Reseña: La subjetividad: las creencias de Marcela Lagarde
Los Cautiverios de las
Mujeres de Marcela
Lagarde, tiene el fin de estructurar y
crear una teoría que permita la comprensión de la opresión de la mujer mexicana
como víctima del sistema patriarcal. Una de las ventajas del libro es su
relativa contemporaneidad ya que fue publicado en el 2003, con lo cual tiene la
ventaja de haber sido elaborado en un tiempo en el que hay una gran diversidad
de estudios feministas. La publicación de la autora es producto de una
investigación etnográfica realizada por esta antropóloga en la sociedad
mexicana con diferentes grupos sociales, y con diferentes etnias. Su libro es
un gran aporte para la teoría feminista latinoamericana - especialmente para
países como el nuestro que comparte por razones históricas muchas similitudes
con la sociedad mexicana- por las particularidades de las relaciones sociales y
culturales que han sido parte de su
estudio, pero también porque en él, la autora aporta metodologías, conceptos y
categorías a problemas específicos de las mujeres, todo ello con el propósito
de generar teorías propias para la aprehensión del fenómeno en estudio.
Como
ya se indicó anteriormente Lagarde es antropóloga y su libro es producto de un
estudio etnográfico con lo cual sobresalen aspectos teóricos de esta área
aplicados al análisis e investigación de las “mujeres reales. No obstante la
autora propone el uso de una gran multiplicidad de teorías para enriquecer el
estudio, no limitándose sólo a la cota antropológica. No sólo trabaja la cultura, la sociedad, la sexualidad, como sería de
esperar, sino que también se aproxima desde la historia, al poder, a la
conciencia social, al patriarcado, a la subjetividad y –por su formación
marxista- a la explotación y opresión.
Desde
los conceptos de cultura, “mirada etnológica”, condición de mujer en el
feminismo, mujer mexicana, Lagarde presenta el problema de su trabajo, la
hipótesis, el estado de las mujeres en la opresión y su propuesta de tipologías
para las diferentes situaciones de las mujeres en el patriarcado. El tema del trabajo
gira en torno al problema de conocer la formación cultural de las mujeres.
Cuándo se vuelve posible desenmarañar el problema, se puede comprender mejor la
dialéctica que rige las relaciones sociales y culturales en dicho sistema y
penetrar en sus complejidades tanto aparentes como no aparentes. La hipótesis del texto la plantea con la idea
de que la condición genérica de las mujeres es un constructo histórico
articulado en torno a dos ejes primordiales: la mujer separada de la sexualidad
y la relación de esta con el poder el cual es responsable de definir
“genéricamente” su condición. Su categoría más genérica es la del cautiverio de
las mujeres y la ha compuesto con el fin de dar una síntesis de la situación de
las mujeres en el mundo patriarcal, es el hecho cultural. Es un término
empapado de elementos negativos como la opresión, la falta de libertad pero
sobre todo de esa relación de subordinación con el poder. Entre las otras
tipologías, presenta Lagarde, la de madresposa, la de putas, la de monjas y la
de las locas. Finalmente señala la importancia de encontrar aspectos comunes
(virginidad, cautiverios, maternidad y relación “religiosa con el poder”) a las mujeres que ayuden a la comprensión del
fenómeno.
Atisbos
historiográficos de diversas corrientes feministas, son ya evidentes en esta
fundamentación teórica y metodológica del trabajo de Lagarde sobre los
Cautiverios de las Mujeres. Aunque el fundamento es en esencia antropológico en
la metodología de investigación (método etnográfico), desde la conceptualización
y la elaboración teórica se puede empezar a indagar las corrientes de teoría
feministas que lo permean. Como la publicación de este trabajo se da en
el año de 2003, es de esperar que la autora haya hecho una amplia consulta de
las teorías feministas ya existentes en ese tiempo y que de alguna manera estas
hayan quedado plasmadas en sus elucubraciones analíticas.
En
el sistema patriarcal estudiado por Lagarde la mujer no goza de derechos
políticos, se encuentra oprimida por razones basadas en los conceptos de la
naturaleza y de la cultura. De esta forma las mujeres son naturaleza, ya que su
función es la reproducción y a partir de allí asumen su visión y función específica en lo social. Estas
caracterizaciones corresponden en parte a la ilustración femenina, pero también
a la idea de Simone de Beauvoir según la cual “la mujer no nace, se hace”,
mujer como constructo social. La influencia de la praxis y la formación
marxista de Lagarde, se refleja, asimismo en sus planteamientos. El sistema patriarcal se estructura a partir
de la explotación de la mujer como objeto meramente reproductivo que sirve para
el fundamento de las de las otras superestructuras del sistema. Por otro lado al
observar el uso de conceptos como sujeción política de la mujer, función
reproductiva y subordinación, entre otros. Se puede notar la influencia del
feminismo radical de los años 70´s en su planteamiento, pues esta corriente
conceptúa las relaciones al interior de la institución familiar como
interacciones basadas en la explotación que tienen, a su vez, un carácter
político y que se fundamentan en la división del trabajo sexual.
Aunque
la autora presenta el ser mujer como
resultado de una normatividad coercitiva que oprime a la mujer, sus ideas están
el ámbito de los constructos sociales y culturales por lo cual no se puede
señalar que su aparato teórico se fundamente en el feminismo de la diferencia
el cual hace planteamientos similares pero que van más allá de lo cultural. En su etnografía interclasista Lagarde,
encuentra elementos universales en la subjetividad de las mujeres mexicanas que
rompen con las diferencias sociales y étnicas como resultado de la imposición
patriarcal. Por tanto las diferencias no son muy relevantes. En adición,
presenta la autora una visión acrítica del género, por lo cual se puede
descartar una fundamentación postmoderna
en su investigación. Los Cautiverios de las mujeres ya sea por su naturaleza
antropológica o su contexto social tienen una gran influencia del feminismo multicultural. El
objeto de estudio es la mujer desde diferentes perspectivas sociales y
etnográficas en un medio social con fuertes reminiscencias coloniales españolas
en las cuales la mujer es un ser marginado en sumisión, cuya subjetividad es el
producto cultural y social.
Este
trabajo está enfocado en un elemento teórico importante de los Cautiverios de Lagarde, Las
subjetividades: las creencias, capítulo VIII. La subjetividad de las
mujeres como resultado de la integración de éstas al sistema patriarcal es lo
que está bajo la lupa en este apartado. Sin embargo, no sólo es sobre las
creencias, las subjetividades tienen que ver con un espectro amplio de la
psicología femenina forjada en la dinámica social y cultural de un sistema
donde las mujeres no gozan de participación política pues están subyugadas al
poder de los hombres. El rango de análisis es muy amplio y cubre aspectos como
la mentalidad de las mujeres sobre el tiempo y el espacio que habitan o que
conocen. Incluye, asimismo, la visión que tienen de sí mismas como personas con
papeles socioculturales en sus espacios vitales, la normativa las vuelve seres
para los demás, seres de reproducción y afectividad. La vía de esta interpretación va en dos
sentidos: configuración personal de mujeres que asumen estos moldes de forma
acrítica o estereotipos creados por el patriarcado para someter a las mujeres. Como
la mujer crea una visión sobre el medio con el que interacciona, forja, de la
misma manera una visión tanto del hombre como la de su interacción con él de acuerdo
a los estereotipos femeninos impuestos ya antes mencionados. El fundamento de
toda esta cosmovisión patriarcal sobre la mujer, es la pretensión de la
corporalidad femenina como algo negativo y sucio con aspecto malo en su
necesidad sexual. Finalmente, nos presenta Lagarde el sistema de símbolos
religioso que forja la visión de la mujer en el patriarcado y explica su
función y estructura.
Dos
elementos macros de la teoría de Lagarde para el análisis del tema aquí
expuesto son, la concepción del mundo de la mujer y su subjetividad. Los
sujetos aprehenden su mundo a partir de un sistema de valores y normas que
forman en su interacción social, no
obstante aquí, también interviene la capacidad interpretativa-crítica que hacen
de elementos particulares que les permiten construir sus propios conceptos y
conocer procedimientos para vivir y comprender su entorno. Desde la ideología dominante patriarcal, las mujeres,
de manera cultural, conciben un mundo mágico, inconexo y pragmático desde el
cual se proyectan ellas mismas y su forma de ser. Así su vida se impone natural,
al mismo tiempo que gira sobre la esperanza y proyección de los dioses
omnipotentes. Precisamente
de esta concepción del mundo y desde las diferentes especificidades que las
mujeres habitan, surge una visión con elementos comunes, se conforma, así la subjetividad de la mujer mexicana.
La
subjetividad de la mujer toma forma en muchos elementos que conciben el ser
mujer desde la visión patriarcal, la proyección de su conducta y la visión que
ella tiene de sí misma y el hombre. En este sistema, la mujer es un ser
afectivo, un ser que existe para los otros por lo cual su representación
conlleva la sumisión, la bondad y la dependencia vital, etc. De manera consciente o subconsciente la mujer
se ve adscrita a sí misma al poder al cual, según la autora, rinde una
servidumbre voluntaria; esta actitud la lleva a sentir admiración por los
hombres que ostentan el poder ya que son medios para lograr la realización en
su vida. Por eso su contentamiento está depositado en los otros, con lo cual se
aferra a la esperanza como actitud de espera de su realización. Por otro lado, la mujer proyecta su
comportamiento con base a generalizaciones que le permiten realizar prejuicios
y la fe, a través de las cuales, al mismo tiempo percibe su vida.
Las
creencias religiosas judeo-cristianas juegan un papel muy importante en la
creación de la subjetividad de la mujer. Este sistema de cosmogonía es un
instrumento de continuidad del sistema patriarcal. Dichas creencias moldean muy
profundamente la psicología de la mujer a la cual vuelven parte de un mundo
mágico desde el cual se visualizan, se proyectan y deciden actuar. El culto es a
lo masculino, el Dios hombre, el Dios hijo pero no a la Virgen, pues es una
divinidad menor en la Sagrada Familia. También la religión sirve a las mujeres
como una solución a las frustraciones de la vida en el sistema patriarcal;
estas contradicciones no son vistas dentro de su contexto cultural-social de
manera crítica. La religión aporta esperanzas, al mismo tiempo, ante las
injusticias vividas por la mujer. En este simbolismo de la Sagrada Familia, la
mujer es no la igual de los dioses masculinos, y es hasta casi irrelevante;
también surgen los estereotipos que posicionan a la Virgen como modelo para las
mujeres: desde esta visión a la mujer no le es licito lo erótico, debe ser
sacrificada y sufrida, y es más un ser pasivo que actuante del mundo en el que se
desenvuelve. Los últimos dos estereotipos resultantes son los de la
mujer-costilla y la mujer-manzana. La primera surgió del hombre por lo cual
está subordinada al dominio masculino. La segunda subvierte el orden divino
revelando el erotismo de su cuerpo, en una lucha directa contra la divinidad;
al ser derrotada por esta última la mujer se ve condenada al cautiverio del
sexo femenino como causa del dolor.
Las
mismas ideas religiosas, ya estudiadas anteriormente, sirven de referencia para
justificar el papel de la mujer y el hombre en la sociedad patriarcal. Frente a
un hombre que es dueño absoluto del poder, homólogo de los dioses masculinos de
la Sagrada Familia, está la mujer, peor que ser la antítesis del hombre, está
estigmatizada de diversas maneras: lo sexual procrea dolor para la mujer a su
vez que la convierte en un objeto peyorativo, en cuanto la señala como portadora
del mal, de la inmundicia menstrual, en suma les asigna un cuerpo de naturaleza
pecaminoso digno de sometimiento. Ante
semejante condición, la actitud de la mujer es la de un ser
totalmente dependiente del hombre, ya que la “omnipotencia” de este le da
seguridad y la complementa.
La
subjetividad también abarca otros constructos muy variados. Para la mujer el
universo está enmarcado dentro de la dualidad de lo masculino y femenino; en
este orden a la mujer se le atribuyen atributos naturales que la convierten en
un objeto de la maternidad y que hacen de su espacio una esfera doméstica,
única para su completa realización en todo su ciclo vital. Este adentro va de
la mano con la función reproductiva que determina un tiempo de repetición; el
tiempo de la mujer-casa es así el tiempo de la reproducción. Al ver su
realización como algo inalcanzable, para poder bregar con esta insatisfacción
vital, la mujer se apoya en el mecanismo cultural de la envidia desde la cual
proyecta su frustración hacia las posesiones de otros que sin mayor explicación
le han sido negadas a su ser. Así integra en este universo de insatisfacción un
mundo mágico y religioso que le permite aferrarse a una esperanza que se fundamenta en fuerzas del más allá, en los cuentos y en
los chismes que constituyen parte fundamental de sus creencias. En este mundo
patriarcal la mujer toma conciencia de sí misma y del sistema en el que se ve
oprimida, de manera que esto la prepara para integrar valores opuestos al mismo
sistema.
El
molde teórico de Lagarde, podría también ser aplicado a la mujer salvadoreña,
tal vez con un mínimo de alteraciones con el propósito de conocerla, y así
poder empoderarla para construir una mejor sociedad. Lo primordial es que puede
ser utilizado en el contexto de El Salvador para generar una alteridad de un
sistema patriarcal opresivo que afecta tanto a mujeres como a hombres por los
estereotipos rígidos que les impone. La mujer salvadoreña, como norma, explica
su praxis política desde ese mundo mágico dependiente del hombre y moldeado por
las ideas religiosas judeo-cristianas que se conservan en la transición del
catolicismo al protestantismo estadounidense últimamente tan en boga en el
país. Es necesario trabajar esa subjetividad de la mujer salvadoreña generando
una alteridad que permita convertirla en un ser de derechos, libre del
sometimiento político-económico y con autonomía propia para alterar esa
permanencia histórica que hasta hoy en día constituye una aberración social y
cultural.
Carlitos Flores
Carlitos Flores
BIBLIOGRAFÍA
Lagarde y de los Ríos, Marcela. Los
cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas. México
D.F.: Universidad Autónoma de México, 2006.
Lagarde y de los Ríos, Marcela.
“Subjetividad: Las creencias.” En Los cautiverios de las mujeres: madresposas,
monjas, putas, presas y locas, 295-347.
México D.F.: Universidad Autónoma de México, 2006.
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