La sombría Capucha de la adversidad mortal


            Abres los ojos y te encuentras en medio de una profunda oscuridad. Te esfuerzas por ver, tratas de enfocar algo o alguien, pero sigues en medio de la noche más negra que hayas visto jamás. Escuchas objetos moverse a tu alrededor como si formaran un tornado en la habitación, a tu alrededor, en ese momento que te encuentras en tu cama expuesto a la parca o cualquier otro espíritu del anochecer. Mientras tanto sientes ese siniestro frío penetrando hasta lo profundo de tu ser. El terror en forma de escalofrío recorre tu cuerpo que lucha por liberarse…lucha por gritar en busca de ayuda. Sin embargo es una lucha banal porque estás muy sola, en la oscuridad total y no eres capaz ni siquiera de musitar el más leve sonido para que te escuchen y te puedan rescatar.


         Le temo mucho a los desastres naturales, pero hay dos que en particular me dan mucha preocupación, las avalanchas y los tsunamis. El público cuando piensa y define en su  mente a las avalanchas, se proyecta en la mente grandes desplazamientos de nieve que corren pendiente abajo desde lo alto de alguna enorme montaña que libera cuantiosas cantidades con rocas tierra y todo lo que encuentra a su paso. No obstante aquí en el trópico, mejor dicho en esta región ni hay nieve ni hay montañas gigantescas. En todo caso aquí sus equivalentes son los deslaves. En el trópico se puede encontrar cadenas de cerros pequeños, cadenas volcánicas y muy copiosas precipitaciones  durante el invierno que es cuando llueve con cierta regularidad. Amén de una buena combinación de elementos para que se formen las tragedias, los deslaves o como prefieren llamarlos algunos, deslizamientos de lodo y escombros.


    ¡Ha, lo olvidaba¡ A los tsunamis, también, les temo porque son para mí como otras formas de deslave arrojado no por una montaña sino por el mar, usualmente sobre un pueblo costero. Es la única diferencia y, aunque nunca he visto uno de esos desplazamientos, por la TV sé que son tan o más mortales como los deslizamientos de tierra y agua. Espero nunca tener que cubrir uno o mejor dicho tener que reportar semejante hecatombe.

Como reportera de la Gaceta de Hoy –primer periódico en línea de nuestro país- Laura había cubierto toda clase de acontecimientos en las distintas ciudades del país. Con su equipo visitaban lugares, observaban acontecimientos, preguntaban y, luego, Laura trataba de razonarlos en sus reportes informativos, pues la noticia no sólo se describe; se debe también de profundizarla.


 

Desde el aire, en el helicóptero el paisaje lucía desolador, la región en su mayoría estaba devastada. El pueblo en el que había casas, antiguos edificios coloniales, la vetusta pero muy concurrida iglesia, el ayuntamiento y la plaza, ahora, se había desvanecido. Sólo quedaba una enorme mancha grisácea que se extendía desde la ladera de uno de los cerros que franqueaba la región norte del valle que fuera el pueblo que ya no era.

-Usa el lente angular para esa toma. Fotografía con el telefoto esos cuerpos allí apiñados-Laura se hacía cargo de gestionar al equipo de reporteros para documentar el deslave que surgía desde lo alto de la falda del cerro para luego abrirse hacia abajo como una ingente lengua que se atragantaba con la porción urbana que devoraba.

Ya en el campo de acción noticioso era difícil movilizarse, pues los caminos, las calles y las zonas urbanas estaban cubiertas de lodo, troncos y toda clase de ripio. En realidad todo había desaparecido, en realidad había sido arrancado como si fuera algo muy ligero. ¡Cómo si nunca hubiera estado allí!

A medida que Laura y los otros periodistas registraban el evento, la neblina que cubría todo, iba poco a poco desvelando las víctimas, una por una, escena por escena. Era algo así como cuando un sueño se desdobla  en una pesadilla gradualmente, muy lentamente.

De un montículo de tierra surgía un brazo descarnado mostrando los huesos de algunas falanges, a un par de metros más yacía un cuerpo semidesnudo con las extremidades abiertas.-El cuerpo se ve como una letra X mayúscula- pensaba Laura.

En ese mismo instante, los rescatistas gritaban a Laura y a sus compañeros a la vez que movían los brazos en lo alto para hacerse notar.

-Aquí vengan, aquí- y señalaban en dirección a un cuerpo cubierto de lodo que estaba con su parte frontal en el suelo colocado inclinadamente encima de un pequeño bulto.

Era la noticia y la fotografía periodística del año, pero  al mismo tiempo era una gran tragedia.

-¿Entiendes lo que sucedió?-gritaba el bombero a Laura -El hombre murió defendiendo a su niña, con su cuerpo. La quiso proteger pero resultó inútil.”

…En medio de esta lúgubre oscuridad tú puedes sentir el olor de la putrefacción impregnado en tu memoria. Los objetos que continúan girando a tu alrededor ahora se tornan en los rostros de todas esas víctimas que tú convertiste en noticia.

Tú, Laura, has demostrado ser una mujer valiente, pero serás los suficientemente fuerte como para convivir con las almas que ahora rememoras.

Laura finalmente abre los ojos y se encuentra cara a cara con las cavidades de un cráneo blanqueado burlesco que desde fondo de sus órbitas vacías reflejan la imagen de aquel hombre que había muerto protegiendo a su criatura.

-¿Cómo es que semejante sacrificio haya resultado en vano, en vano, para nada útil?-razonaba Laura. En ese instante semejante raciocinio, la liberaba y así emitía un fuerte grito y abría los ojos por tercera vez, era como si hubiera atravesado tres mundos, uno a uno y cada cual a su debido tiempo.

Caen la guadaña y la capucha de la calaca como cuando se cierra el telón.


                                                                                   Carlos Alfredo Flores

Comentarios

  1. Excelente composición sobre la muerte y los tsunamis y deslaves muy creativo y original y con mucha riqueza literaria.

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