Una Aventura Zurda en un Mundo Absurdamente Diestro

 

Carlos Alfredo Flores

       Es muy temprano, el amanecer no da todavía sus colores. En el horizonte los pocos destellos amarillo rojizos y anaranjados luchan para dar muestra de su existencia pero la bruma y las imponentes grisáceas nubes los devoran con un muy mínimo esfuerzo.


Al mismo tiempo los gritos de la muchedumbre logran hundir más en la oscuridad un amanecer que ya por sí mismo pertenece a una época oscura.

         Sí es un tiempo gris, de grises ideas, grisáceas acciones y diabólicos gritos que como en este amanecer se arremolinaban para concentrar toda la energía en un ápice de temor y manipulación.

         Esta misma muchedumbre fluía invasivamente por los caminos y alrededores del pueblo tal y como lo haría una mancha negruzca miasmática que esparciéndose por los al rededores de un cuerpo en descomposición logra alcanzar las más recónditas cavidades de ataúd que lo contiene.  

-¡Muerte a la bruja!

-¡A la hoguera por hechicera!- Gritaba el sacerdote y de inmediato la chusma con voz sonora se encargaba de incrementar la voz de éste en un estruendo terrible, en un estruendo infernal.

-¡A la hoguera por zurda¡- gritaba de nuevo en voz baja el sacerdote y se dirigía a la chusma para comunicarles en voz fuerte que ésta era una bruja que con la mano de Satanás maldecía y bendecía a los siervos, y se atrevía hacerlo incluso hasta con la grey de la Santa Madre Iglesia Católica.

         Minutos más tarde fuera de los muros de la ciudad, pero no muy lejos de ésta, para que la bruja enmendara sus pactos demoniacos, se le obligaba a retorcerse en el fuego que con mucho esfuerzo se trataba de arraigar a la verde leña que de seguro le daría tiempo a la endemoniada mujerzuela para arrepentirse de sus pecados, aunque su balbuceo demostraba lo contrario, era el orgullo luchando, las legiones de demonios agitándose por prevalecer…por lo menos el último esfuerzo santo era una solución de expiación que la Santa Inquisición había encontrado en su santa sabiduría, gracias a la iluminación divina.

 


Así es como se castigaban a los zurdos hacía muchos años en los anales de la historia medieval. Por suerte ahora vivimos en tiempos modernos y ser zurdo ya no es realmente ninguna maldición para nadie.

Es verdad que todo el mundo nota a los izquierdos y los señala con voz fuerte pero con el tiempo uno se acostumbra. ¡A caso yo no he sido zurdo toda la vida! La realidad es que sí y no he sido zurdo toda mi vida. ¡Una verdadera contradicción!

En tercer grado que es hasta donde me deja recordar la memoria, los otros niños inmediatamente notaban que utilizaba mi mano izquierda para escribir, para pelear y hasta para darle un puntapié a la pelota.  

-Sos zurdo- decían los niños.-Con la zurda le dio a la pelota-

Y uno, pues, no dejaba de sentirse orgulloso al respecto. Te sentís presuntuoso de ser único y original al menos en esas situaciones. Por otra lado, estaban los gestos desagradables que los maestros ponían cuando se daban cuenta que uno era izquierdo. Nunca olvidaré ese rostro que reflejaba una mueca de repugnancia y abominación de la profesora hacía mí, el zurdo de la clase. ¡Me sentía culpable y la vergüenza se apoderaba de mí ser!

Llegaba el momento de la verdad y se escuchaba en el salón: “…qué el chelito pase hacer la división.” No había opción, además era pasar o recibir un par de reglazos en la mano, con esa regla de hierro que lo dejaba marcado a uno momentáneamente en la mano, pero luego  en la mente por todo el resto del año escolar.

Ya en el frente, como primer escena, tomaba la tiza con la mano derecha y me preparaba a escribir en la pizarra después de un largo y dramático instante. Segunda escena, la profesora exasperada por mi falta de acción, me arrancaba la tiza de la mano derecha y me interpelaba frente a todo el mundo,- ¿Qué no sos zurdo, pues? Escribí con la izquierda.- decía y me forzaba a tomar el yeso con la mano izquierda para mi mayor vergüenza. Acto final, la regla y su ferrum se encargaba de multiplicar, sumar, restar, dividir y elevar al cuadrado mi humillación por no poder dividir, por no estudiar.

-¡Maldita, muera la bruja!

-Sí, miren como se retuerce la mujerzuela.-gritaba la gente con satisfacción mientras los gemidos afilados punzaban el gélido ambiente de los espectadores.

Bueno, no era tan mala la situación en la escuela. Quiero decir que por lo menos no había un Santo Oficio siguiéndome. Además, según la famosa revista de los 80s, Selecciones, los exámenes y estudios demostraban que en inteligencia los zurdos siempre tenían ventaja sobre los derechos. Era obvio que yo tenía que ser más inteligente que los demás, lo único era la forma en que mi vida escolar se oponía a esas afirmaciones. Sí, de seguro, en la escuela, nadie había leído esos artículos. Parecía que  en la escuela nadie leía las Selecciones, para mí desgracia.

De todos modos ser zurdo siempre llama la atención y se siente bien, siendo que no se puede evitar al menos en muchas situaciones. Para rebobinar el cassette, la zurda; para comer frente a medio mundo, la zurda de nuevo; para pelar la fruta por n-ésima vez la zurda…sin duda que era una endemoniada vida siniestra.

Pero un día, ¡abra cadabra! Una brillante idea se me ocurrió. A partir de ese momento comería con la mano derecha y, así, todo sería normal.

Primer round, en el mediodía, en medio almuerzo, se me cae  el refresco de la mano derecha y terminó bañando me con la gaseosa a la vez que la meza se termina cubierta del líquido muy espectacularmente. Segundo intento, en la casa, durante el desayuno mientras trato de sujetar el tenedor golpeo con el mismo el plato de la comida y le doy vuelta; la comida salve volando por todos lados. Las críticas se apoderan de mi persona y tópico más relevante gira en torno a mi torpeza. Sin embargo aún en medio de vergüenza decido no desistir de mis planes.  

Algo fallaba en mi estrategia. -¿Qué hacer? ¡Ya lo sé!- Sí me tomó mucho práctica y aprender a escribir con la izquierda de pequeño, entonces necesitaba mucha práctica para volverme derecho, ¡vaya ilusión, un zurdo siempre es zurdo y eso lo aprendería a puñeteada limpia en las praxis de la vida!

-Mañana compraré la caligrafía de Palmer y empezaré hacer muchos ejercicios-

Es como una ironía, ahora que lo pienso, lo que luego sucedió, pasé tres años haciendo ejercicios y nunca sentí la normalidad hasta ya pasados muchos años. Mientras tanto mi testarudez, por no decir mi mano derecha, me obligaba a pasar vergüenzas.  En noveno grado, de repente tenía letra de niño de segundo, ¡qué pena más terrible! Lo mejor era desistir…pero no, yo nunca lo haría, demasiado burro para eso.

Al tiempo andaba diciendo frases al revés. -¡Qué fuerte más viento¡- Parece que el reto estaba teniendo un efecto profundo en la confusión de mis hemisferios cerebrales.

Con el pasar del tiempo cuando  me gradué de profesor, ya era casi ambidiestro. Escribía con la derecha y borraba naturalmente con la zurda. En una ocasión tomando un examen de física en la Facultad de Naturales, un docente notó que escribía con la derecha y que usaba la calculadora con la izquierda. Se me acerca el señor y como un huracán lanza su rafagoza pregunta sobre mi persona. –Bueno, ¿y vos que putas sos, zurdo o derecho?

Afortunadamente, después, del estruendo, los huracanes pasan y sólo queda de ellos la más odiosa reminiscencia.

La experiencia de cambiar de la izquierda a la derecha, es desconcertante. A veces pienso que es como cuando un extranjero obtiene una nueva ciudadanía, en el fondo nunca pierdes tu nacionalidad original la cual para burlarse de tu orgullo te acompaña por el resto de la vida, hasta la muerte…hasta el infierno.

En la soledad no abandonas tu cultura natural y a veces hasta te encuentras hablando tu idioma nativo. Simplemente no puedes escapar. Yo continuaba cocinando con la zurda, me seguía sosteniendo la quijada con zurda y como chiste de muy mala calidad continuaba saludando a medio mundo con la mano de Lucifer.

No obstante lo maravilloso de la vida, un día  te vuelves viejo, y, entonces, aceptas tus propios demonios, aceptas tu naturaleza, tus fallas y hasta tus malos pensamientos.

La vida es ese espejo que siempre te acompaña y que al igual que a Dorian Gray, te lanza, tu decrépita imagen a tu ser. Hay dos opciones: o quiebras el espejo y mueres, o lo abrazas con lo más profundo de tu ser interior y te aprendes amar con esa unicidad que eres tú. Esa unicidad que te vuelve único en este universo en expansión y una razón de cambio sorprendentemente veloz.

Hoy en día, en mi cuarta década de existencia, he decidido aprender a dibujar. No obstante mi anterior traición a mi ser, ahora con mucho gusto y mucho orgullo lanzó trazos con mucha fuerza, a diestra y siniestra pero con mi izquierda que al parecer no me guarda resentimientos. Sí estos trazos reflejan la izquierda alegría de mi ser, de mis consciencia y sobre todo de mi zurda alma.

Trató de no gritar, trató de no gemir, murió con su estoicismo de lado, aunque el fuego terminó avasallando su cuerpo en el más terrible dolor que sólo se puede encontrar en la hoguera.


Comentarios

  1. Te felicito, cada vez vas mejorando mas tus composiciones amigo, sigue adelante con tu blog.

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