Hambre y miseria del pueblo salvadoreño en el régimen de Bukele, el chiviador de bitcoins
Ayer salí a la calle y la realidad de la crisis económica salvadoreña me abofeteó por lo menos unas tres veces...
...y sí hablo de esa crisis económica que Bukele y sus ministros tratan con apatía y desinterés, lo cual tiene sentido, pues si los ministros de Bukele comen frito por venderse al régimen, no es posible que sientan ninguna empatía por la miseria del pueblo salvadoreño.
Así que salí y fui a la universidad. Cuando llegué al campus, lo primero que hice fue comprarme el típico licuado de naranja con zapote que tanto me gusta tomar para mitigar el calor. ¡Increíble, de valer un $1.25 su preció había subido a $1.60! ¿pero qué podía hacer con mi sed?, ni modo que la aguantara y dejará que la insolación acabara con mi vida-aclaración, admito que estoy siendo un poco dramático.
Cuando terminé mis tramites en el campus, la panza se encargó de recordarme que eran las doce y fui a comprar el almuerzo. Hice línea, me subí la mascarilla para que nadie me tuviera miedo; ya cuando la señora de la comida me dio el plato, yo le dije que se le había olvidado darme la merienda. "¿Y que no sabe que todo ha subido de precio, pues? En lugar de subirle a la comida hoy prefiero ya no darles la merienda." me dijo bien enojada la señora. Yo inmediatamente la comprendí y me dije a mí mismo que tenía razón: todo ha subido de precio, y me fui con mi plato de comida pensando en los malos augurios que la crisis económica implica para nuestro futuro y nuestra hambre y hasta mala digestión -por la preocupación de los precios- en el país. Luego ya medio comido, decidí irme a pie desde la UES a Metrocentro a tomar la ruta que me iba a llevar a Soyapango. Cuando iba pasando por Sykes, me detiene un joven repentinamente y se me acerca en medio de la acera. Mi reacción fue clara e inmediata: retroceder y preparar mi gas pimienta por si era un ladrón. "Don, no se asuste, sólo necesito pedirle un favor." me dijo. "Aja, ¿en que te puedo ayudar?", le dije mientras lo veía fijamente con cierta desconfianza. "Es que soy estudiante de idiomas y vine a dejar una solicitud de trabajo y como vengo de Santa Ana, me he quedado sin lo del bus. ¿No me podría regalar unos cinco centavitos si es que puede?" mi dijo, a la vez, que afirmaba que si no le podía ayudar que no me preocupara, pues él no me iba hacer ningún tipo de daño. Como yo fui estudiante de idiomas, la situación me resultó terrible y me caló hasta los huesos, y me vi en la situación del muchacho, así que le di un dólar al pobre.
Luego me retiré, e iba muy indignado y sorprendido, pues hasta este momento ha resultado claro que a Bukele no le importa la pobreza de la gente, y mucho menos la inflación avasallante que se ha disparado en este momento. Pero mi sorpresa era mayor al pensar en las personas que apoyan a este gobierno de corruptos independientemente de que los primeros no tienen dinero ni para comer en el día a día. Pero así son los autócratas-dictadorsuelos, se apoyan más en el fanatismo de la gente que en el razonamiento que resulta del sentido común, producto de una buena educación que siempre se le ha negado a nuestro pueblo salvadoreño.
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