Ceguera política del pueblo salvadoreño

 

Ayer iba en el bus y se me acerca un señor ya algo mayor, bastante humilde y me empezó hablar muy amigablemente. "Está complicada esta trabazón, ¿verdad?" me dijo. Le dije que tenía razón pero le dije que se debía a que estaban arreglando todas las calles del Centro.

De repente, el Sr. le empezó a echar flores al gobierno. "Sí -me dijo- es que este gobierno todo los lleva bien contadito para que nadie robe." Me empezó a decir que era un gobierno estricto y que era lo mejor que teníamos en muchos años. Yo, por otro lado, para no meterme en problemas de política sólo le afirmaba con un sí dubitativo. En mis adentros me explicaba todo por la cobardía de la gente común que le tiene miedo al Estado o, por lo menos, me lo explicaba como ignorancia de la gente que no está bien informada sobre lo que pasa y porque no comprenden los procesos políticos del país.

De repente se me acerco, con más confianza y me dijo: "Sabe joven ya llevo tres comidas sin probar una tortilla." Eso me impresionó mucho y exploté. Entonces, me le quede viendo fijamente y le dije "¿Cómo es posible que Ud. tenga tres tiempos sin comida y diga que este es un buen gobierno? ¿No cree Ud. que si este fuera un buen gobierno Ud. no estaría aguantando hambre? ...El Sr. no supo que decirme. Como sólo andaba tres dólares le di uno para ayudarle en algo.

El punto de esta narrativa nada interesante, es esa falta de razonamiento que aparentemente no existe en el salvadoreño común que no es capaz de asociar la pobreza, la marginación social y hasta el hambre propio con las políticas del gobierno central.

De un día a otro los precios de todos los alimentos se disparan en porcentajes aproximados al 30% y la gente no logra asociar la inflación desaforada, a la gestión de los bienes públicos por parte de los gobernantes.

Mientras esta ceguera política acompañe al pueblo salvadoreño, así como el machismo, y la violencia que nos caracteriza se ve difícil que podamos salir adelante y en especial que la gente despierte y empiece a requerir de los gobernantes una contraloría de su accionar político. Eso también garantiza que cualquier demagogo nos duerma con cualquier estupidez y se instale en el poder, violando derechos humanos y reprimiéndonos a diestra y siniestra.